Extraido de la obra: "El culto a nuestra Señora de la Soledad en Azuqueca de Henares" de Pedro A. Valdivieso Garcia
Tal y como se nombra en los originales de las Relaciones Topográficas de Felipe II realizadas hacia 1575, nos encontramos «En el lugar de Açuqueca, aldea e jurisdicción de la ciudad de Guadalajara...», por esos años perteneciente a Su Majestad, hasta que en 1628 fue comprado a Felipe IV por Dª Mariana de Ibarra y Velasco, marquesa de Salinas, hija del conquistador de las Américas y rico minero descubridor de Zacatecas Diego de Ibarra, pasando el lugar de Azuqueca a formar parte del mayorazgo que fundó el suegro de ésta, Luis de Velasco, en 1617, quien fuera primer marqués de Salinas,Virrey de Nueva España y Perú, como también presidente del Consejo de Indias hasta su muerte en el año de 1617.
Ya en ese momento, concretamente el veintiuno de diciembre de mil seiscientos veintidós, se creó en el lugar de Azuqueca la cofradía del Santísimo Sacramento, centro de estudio en este artículo por la trascendencia histórica para el municipio.
Con el nuevo siglo XVIII la cofradía va a experimentar un cambio, no tanto en su vocación religiosa como en su denominación, y ahora se llamará Vera Cruz, de lo que podemos deducir que el aspecto religioso-benéfico de la misma no decae en ningún momento, todo lo contrario, se verán reforzados más si cabe. Un ejemplo lo observamos en la variedad de niveles sociales que la componen. la no distinción de sexos a la hora de pertenecer a ella.
El año de 1730 es el momento elegido por los hermanos para con¬tribuir en la reedificación de otra nueva ermita , después de haberle solicitado permiso al arzobispado de Toledo a tal efecto en 1726. Presenciamos la convivencia de una cofradía que se basa en el culto a la Santa y Verdadera Cruz de Cristo, cuya fiesta principal es la del 3 de mayo, junto a la advocación por la Virgen de la Soledad.
Tenemos constancia, según los documentos, que la imagen de la Soledad, instalada en la nueva ermita a las afueras del pueblo y camino de Alovera, se terminó «en la villa de Madrid, a nueve de diciembre de setecientos sesenta y nueve... tuvo de costa la hechura de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, cómo costó del citado recibo del escultor Juan Pascual Medina, 1380 reales», sumándole a esa cantidad otras muchas referentes a su conducción desde Madrid, las andas y vestimenta de la Virgen, así como «veinte reales a la que vistió a Su Divina M. por vía de gratificación», lo que nos hace un total a pagar por los cofrades de «dos mil cuarenta y un reales y diecisiete maravedíes».
Acto seguido se procedería a colocar la imagen en su ermita junto al recién acabado retablo, no sin hacerla antes una función para conmemorar tal evento. Continuamos en 1769, y el desembolso total que habrán hecho los hermanos ascenderá a unos 10.000 reales, lo que manifiesta el esfuerzo económico que hizo un pueblo para rendir homenaje a su Señora, en el que cada uno participó como buenamente pudo sin desmerecer su trabajo.
Este amor hacia el culto por parte de un pueblo se establecerá firmemente cuando en 1781 acuerden demostrar todos los años esa gratitud para con la Soledad, haciéndola cada tercer domingo del mes de septiembre una función u homenaje, cuyo ceremonial ha derivado, con el transcurrir de los años, en la actuales Fiestas Grandes de Azuqueca de Henares, prolongándose a lo largo de nueve días y nueve noches .
En 1782, el arzobispo de Toledo, D. Francisco Antonio de Loren¬zana, mente ilustrada para el momento y la situación en la que se encontraba, buscará con ahínco la fórmula de elaborar un mapa topográfico de su diócesis y confeccionar una Gran Geografía de España. Difícil empresa la que intentará, pero hoy, gracias a su ímpetu, disponemos de una fuente primordial de información.
El interrogatorio se dirigirá a todas las parroquias del arzobispado y lo contestará en Azuqueca el teniente de cura de la Iglesia Parro-quial de San Miguel Arcángel, D. Andrés Sánchez, el día dieciocho de mayo de mil setecientos ochenta y dos. En la segunda pregunta se le pedía contestase «si es cabeza de vicaría o partido anexo y de qué parroquia; si tiene convento, decir de qué orden, como también si dentro de la población o extramuros hay algún santuario o imagen célebre, declarar su nombre y distancia, asimismo, la advocación de la parroquia.»
La respuesta es sencilla y contundente al indicar que «no es cabeza de vicaría, ni partido; es anexo de la parroquial de la villa de Quer; no tiene convento alguno; extramuros, como unos trescientos pasos, tiene tina suntuosa ermita con una célebre imagen de Nuestra Señora de la Soledad; el titular de la parroquia es el Arcángel San Miguel, y el de la villa, San isidro Labrador».
Ya se reconocía en esos años la nueva localización de la ermita e imagen, aparecidas coetáneamente, y que en postrimerías del siglo XX sólo la primera subsiste a los cambios de la historia.
Con la llegada de los franceses, y sus ideales revolucionarios entra también el miedo, unido al proceso de decadencia en el funcionamiento de las cofradías. A la enajenación de bienes eclesiásticos y usurpación de la mayoría de los mismos, les siguieron la de bienes propios de cofradías.
La Vera Cruz descansará forzosamente en sus actividades y debe¬mos esperar hasta marzo de 1818, para contemplar su refundación, pues «convenía para gloria y honra de Dios, utilidad espiritual y temporal de este vecindario, se erigiese para lo sucesivo una cofradía, supuesto no había alguna en esta población o se tratase de renovar la antigua, que con el título de Nuestra Señora de la Soledad vino de tiempo inmemorial».
Unos sesenta años les iba a durar esta segunda aventura (le mantener viva la llama de una hermandad que vería con el siglo XIX las reformas liberales de los años veinte y treinta, llevándoles hacia su segunda extinción en 1878, al encontrarse sometida a todo tipo de penurias y vejaciones económicas.
Esta vez transcurrirán sólo dos años hasta que se reanude nuevamente su funcionamiento. En 1880 nacerá la actual Hermandad de Hombres de Nuestra Señora de la Soledad de Azuqueca de Henares, pero, a diferencia de otras ocasiones, la nueva no estará compuesta por mujeres, las cuales crearán su propia Hermandad de Mujeres totalmente independientes de la de hombres pero con algo en común: el culto a la Virgen de la Soledad.
Disponían éstas en un inicio de su propia fiesta que por entonces (finales del XIX) se estableció en el doce de Octubre, aunque posteriormente, al celebrar ese día también la Patrona de la Guardia Civil, Nuestra Señora del Pilar, tuvieron que modificar el calendario y se escogió como alternativa el día siete de octubre ", subsistiendo en la actualidad.
Mientras, la de Hermandad de Hombres elaboraría su reglamento el mismo año de aparición y lo liará impreso para 1901, pudiendo aguantar los envites de la fratricida guerra civil, hasta que en los años ochenta de esta década se realice un boceto de Estatutos más adecuado para los últimos años del siglo XX, respetando básicamente los mismos comportamientos de antaño y haciéndose destacar ante todo, el culto hacia la Señora de la Soledad, la caridad entre hermanos y el mantenimiento de la ermita donde se venera su imagen por los siglos de los siglos.
Como ellos mismos explican, la Hermandad de Hombres de Nuestra Señora de la Soledad de Azuqueca de Henares tendrá para siempre un doble fin: de tipo litúrgico y de tipo caritativo. Así hasta nuestros días.
Ha sido imprescindible para lograr unos óptimos resultados en este apartado y recabar la mejor información posible, entrevistarse con algún testigo directo que ayudase al confeccionamiento de lo expuesto a continuación, así como el apoyo documental de los libros de cuentas guardados desde siglos pasados hasta la actualidad, tanto en casas particulares como en el Ayuntamiento.
Atendiendo a esos dos criterios, el resultado desea establecer pautas fiables sobre el tema, eliminando toda duda razonable que se tuviera al respecto, para que, de una vez por todas, tengamos presentes que en la villa de Azuqueca de Henares ha habido más de una imagen de Nuestra Señora de la Soledad, reconociendo que la historia está ahí, en cualquiera de nosotros que se preocupe por ella, tan sólo hay que investigar, interpretar y escribir, trilogía ecuánime en el espíritu de todo investigador que se tercie, sin olvidarnos del rigor corno profesional.
La primera imagen que conocemos es la descrita con anterioridad; datada en 1769 y reflejada ya en el cuestionario de Lorenzana de 1785, donde se la describe como «suntuosa imagen». No podemos afirmar a ciencia cierta si ésta es de la que nos hablan los más viejos del lugar. Lo real es que en la década de los años veinte de este siglo, la imagen guardada en la ermita se incendiará de forma involuntaria por una vela colocada a sus pies como ofrenda.
Los desperfectos fueron importantes, pues tuvieron que traer otra nueva y así consta en los libros de cuentas iniciados en 1927, donde aparece, entre otros, el importe de la corona de la Virgen. De la antigua se guarda una fotografía fechada el veintinueve de septiembre de 1868, como consta en el cuaderno que sobre las hermanos de la Soledad. Poco tardará en traerse la nueva imagen que habitará la ermita hasta julio de 1936, inicio de la guerra civil. Esta segunda Señora la podemos contemplar, al igual que la anterior, en otro cuaderno del año 1994, pues con el enfrentamiento bélico habrá desaparecido una más, para, en cierto modo, esfumarse también la vergüenza de los españoles.
Esos años de discordias harán que toda advocación religiosa se mantenga al margen del pueblo hasta primeros de octubre de 1939: Para febrero de 1940 llegará la tercera Virgen de la Soledad desde Madrid pero, como bien dicen los vecinos del lugar, «su carita era de expresión muy triste», aceptándola aun así, conservando hoy su fotografía también en el cuaderno de 1994.
Hay que esperar hasta septiembre de 1967 para que, con la caída de una tromba de agua en medio de la procesión, la Virgen se deterio¬re ligeramente y aprovechen la circunstancia para renovar todo al completo. Se repara la corona, se sustituye la imagen, y la actual estará ya lista para su próxima función y sucesivas.
Es la Virgen de la Soledad guardada durante casi todo el año en la ermita de su mismo nombre, y sólo saldrá de ella en contadas ocasiones para dormir en algunas otras parroquias.